SUZU, Japón —
Con el rostro oculto bajo un humilde sombrero de paja, el hombre permanecía en silencio mientras observaba cómo varios rescatistas equipados con cascos sacaban con cuidado el cuerpo de su esposa de entre los escombros, envuelto en un plástico azul y sobre una camilla.
Se secó el rostro con una tela. Tenía los ojos enrojecidos.
Esta escena en la ciudad de Suzu se repitió trágicamente en toda la prefectura de Ishikawa y en regiones cercanas de la costa occidental de Japón tras el terremoto de magnitud 7,6 del lunes que arrasó viviendas, torció y agrietó carreteras y esparció los barcos en el agua como juguetes, además de provocar alertas por tsunami.
La cifra oficial de muertos ascendía a 81 personas el jueves.
Las autoridades de Ishikawa apuntaron que 47 de los fallecidos estaban en la ciudad de Wajima y 23 más en Suzu. Los otros 11 se reportaron en cinco localidades vecinas. Más de 330 personas resultaron heridas, al excepto 25 de ellas de gravedad.
Los desaparecidos pasaron de 15 a 79 durante la noche, incluyendo un joven de 13 años. En un primer tiempo, las autoridades dijeron que había 80 desaparecidos, pero luego redujeron la cifra.
La situación se agravó por la cantidad de gente que estaba visitando a sus familiares con motivo del Año Nuevo cuando se produjo el sismo.
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