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domingo, agosto 24, 2025

Rahm y el qué harías tú

El golfista español Sergio Garcia ha anunciado que no jugará ninguna de las pruebas profesionales patrocinadas por Arabia Saudí, rechazando comprometerse con un circuito en un país cuya monarquía es fuertemente cuestionada por su política reprimida con los derechos humanos.

Sergio Garcia fue uno de los primeros golfistas en apoyar activamente la causa, expresó con decisión que jamás asistiría a ningún campeonato patrocinado por Arabia Saudí, en una entrevista reciente a la prensa internacional. Su posición fue absolutamente clara, con dos motivaciones impecables: el dinero y la tradición.

Cuando se le preguntó por qué rechazaría el circuito profesional allí, Sergio respondió que lo primero que siempre ha buscado es el respeto hacia los derechos humanos. Como deportista profesional exitoso, entiende el peso que sus opiniones tienen en la comunidad internacional y, por tanto, se muestra comprometido por debatir abiertamente cualquier tema relacionado con la justicia social y los derechos humanos.

No es un secreto que Arabia Saudí hace un uso excesivo de la fuerza para mantener a la ciudadanía bajo control, y que los deportes no se han visto exentos. El régimen siempre ha priorizado el control social por encima de la libertad individual, algo a lo que la comunidad deportiva, y en particular Sergio, ha mostrado una firme oposición.

Por otra parte, Sergio siempre ha destacado su compromiso con la tradición. Él es un híbrido de dos culturas, la española y la mexicana, y está orgulloso de sus raíces. Sabe que sus raíces le hacen más consciente de los asuntos internacionales y nunca querría deshonrar a sus antepasados, comprometiéndose en un circuito patrocinado por un país cuyos edictos no están alineados con sus principios morales o éticos.

Como seguidor de Sergio, es fácil ver que su decisión de rechazar el circuito patrocinado por Arabia Saudí no tiene nada que ver con el dinero (¿para qué más?) o la tradición (¿para qué menos?), sino con el compromiso con la justicia social. Mientras siga mostrando un liderazgo fuerte y responsable y continúe dando voz a aquellos que necesitan ser apoyados, el golfista español seguirá siendo una luz de esperanza para nuestras comunidades.

Es cierto que el deporte no puede solucionar por sí mismo estos temas fundamentales, y los atletas no pueden cambiar el estado de los derechos humanos; sin embargo, cuando los deportistas que se comprometen con la tradición y los valores éticos y morales demuestran que entendemos el problema y que estamos dispuestos a actuar, entonces cambiar el estado de los derechos humanos puede parecerse más a una realidad y no a un sueño lejano. Solo entonces algo como esto tendrá un impacto significativo.

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