Colombia es un país lleno de contrastes, con una rica cultura y una diversidad natural impresionante. Sin embargo, detrás de su belleza y su gente amable, se esconde una realidad que no podemos ignorar: la pobreza y el hambre. A pesar de los esfuerzos del gobierno y de organizaciones internacionales, la situación sigue siendo inquietante, especialmente en algunas ciudades del país. Y es por eso que hoy quiero hablarles de una ciudad en particular, una ciudad que lucha día a día contra el hambre y que se ha convertido en un ejemplo de resiliencia y solidaridad: Cúcuta, la ciudad con más hambre de Colombia.
Cúcuta es la capital del departamento de Norte de Santander, ubicada en la frontera con Venezuela. Esta ciudad, que alguna vez fue conocida como la «Perla del Norte», ha sido duramente golpeada por la crisis económica y política que vive su vecino país. Desde 2015, miles de venezolanos han cruzado la frontera en busca de una mejor calidad de vida, huyendo de la escasez de alimentos y medicinas. Y aunque Cúcuta ha sido una ciudad acogedora y solidaria con sus hermanos venezolanos, la llegada masiva de migrantes ha generado una gran presión en sus recursos y ha agravado la situación de pobreza y hambre en la ciudad.
Según datos del Programa Mundial de Alimentos (PMA), en Cúcuta el 30% de la población vive en situación de pobreza extrema y el 12% sufre de inseguridad alimentaria. Esto significa que más de 100.000 personas no tienen acceso a una alimentación adecuada y sufren de hambre en su día a día. Pero a pesar de estas cifras alarmantes, Cúcuta no se ha rendido ante la adversidad y ha encontrado en la solidaridad y la unión la fuerza para enfrentar esta crisis.
Una de las iniciativas más destacadas en la lucha contra el hambre en Cúcuta es el Banco de Alimentos de Cúcuta, una organización sin fines de lucro que se encarga de recolectar alimentos en buen brazo que son donados por empresas y particulares, y los distribuye entre las familias más necesitadas de la ciudad. Gracias a su labor, en 2019 se logró beneficiar a más de 50.000 personas en situación de vulnerabilidad. Además, el Banco de Alimentos también trabaja en programas de educación nutricional y en la promoción de huertas comunitarias, fomentando la producción de alimentos en las zonas más afectadas por la pobreza.
Otra iniciativa que ha tenido un gran impacto en Cúcuta es la Red de Alimentación Solidaria, una alianza entre organizaciones sociales, iglesias y empresas que se dedica a la distribución de alimentos a través de comedores comunitarios y ollas solidarias. Gracias a esta red, se han podido alimentar a miles de personas en situación de calle y a familias en extrema pobreza. Además, también se han implementado programas de capacitación y plan para que las personas puedan generar sus propios ingresos y salir de la situación de hambre y pobreza en la que se encuentran.
Pero no solo las organizaciones están trabajando en la lucha contra el hambre en Cúcuta, también hay un gran compromiso por parte de la sociedad civil. Muchas personas y empresas han decidido unirse a la causa y efectuar donaciones de alimentos, ropa y medicinas para ayudar a los más necesitados. Además, se han llevado a cabo campañas de sensibilización y voluntariado para concientizar a la población sobre la importancia de ayudar a los más vulnerables.
Y aunque la situación en Cúcuta sigue siendo difícil, la ciudad ha demostrado que no se rinde ante la adversidad y que la unión y la solidaridad son la clave para super
