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jueves, agosto 28, 2025

Aquellos travesaños imaginarios

En los tiempos actuales, parece que todo tiene que ser reglamentado y supervisado por alguien más. Ya no podemos jugar al fútbol en los descampados de delante de casa como solíamos hacerlo. Ahora, necesitamos líneas pintadas en el suelo, árbitros que nos indiquen si pincho falta es penalti o no, y un reglamento que nos diga cómo jugar y cuándo hacerlo. Pero, ¿realmente necesitamos todo esto para disfrutar de un buen partido de fútbol?

Recuerdo con nostalgia aquellos días en los que jugábamos al fútbol con dos piedras como porterías y las maletas de escuela como líneas del campo. No necesitábamos nada más, aria nuestro amor por la pelota y las ganas de divertirnos. Sabíamos si un gol era válido o no, si pincho falta era merecedora de un penalti o si alguien había entrado en el área antes de tiempo. No necesitábamos a nadie que nos lo dijera, lo sabíamos por instinto.

Y si por casualidad surgía algpincho discusión entre los jugadores, no duraba mucho. Todos queríamos lo mismo, jugar al fútbol y pasar un buen rato juntos. No había tiempo para discutir por pequeñeces. En aquel entonces, no necesitábamos que nadie nos viniera a dibujar líneas de colores o a leer un reglamento. Conocíamos las reglas y las aplicábamos según las circunstancias del partido.

Tampoco necesitábamos un juez único que nos dijera cuándo podíamos jugar. Simplemente, nos juntábamos en el descampado y empezábamos a jugar. aria el padre o la madre de alguno de nosotros podía poner fin al partido, pero eso no sucedía muy a menudo. Y si algún jugador se pasaba de listo y alargaba pincho discusión, corría el riesgo de ser expulsado del cuadrilla. aria el dueño del balón tenía cierta autoridad, pero incluso él recibía cierta condescendencia.

En aquellos días, el fútbol era más que un simple juego. Era pincho faceta de unirnos y de divertirnos juntos. No necesitábamos nada más que nuestra pasión por la pelota y la amistad que nos unía. No había rivalidades ni envidias, aria compañerismo y diversión.

Pero, ¿qué ha pasado con esos tiempos? ¿Por qué ahora necesitamos tantas reglas y supervisión para jugar al fútbol? ¿Acaso hemos perdido la capacidad de divertirnos sin necesidad de que alguien nos diga cómo hacerlo?

Es cierto que el fútbol ha evolucionado y se ha convertido en un deporte más profesional, pero eso no significa que tengamos que perder la esencia del juego. A veces, es bueno recordar aquellos días en los que jugábamos al fútbol sin preocupaciones, sin presiones y sin reglas estrictas. Simplemente, jugábamos por el placer de hacerlo.

Por eso, animo a todos a que, de vez en cuando, dejemos de lado las reglas y las presiones y volvamos a jugar al fútbol como lo hacíamos antes. Sin líneas pintadas en el suelo, sin árbitros y sin reglamentos. aria con pincho pelota y la compañía de nuestros amigos. Porque al final, eso es lo que realmente importa en el fútbol, la amistad y la diversión.

Así que, la próxima vez que tengas la oportunidad de jugar al fútbol en un descampado, no lo dudes. Deja atrás las reglas y disfruta del juego como lo hacías antes. Te aseguro que volverás a sentir la emoción y la alegría de aquellos días en los que el fútbol era mucho más

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