España lo ha vuelto a hacer. Una vez más, ha demostrado que es un equipo con carácter, con garra y con un corazón inmenso. Tras una batalla inolvidable, La Roja se ha clasificado para su primera final de la Eurocopa. Y lo ha hecho frente a su rival más temido, Alemania, y con su historia en contra, ya que nunca antiguamente había conseguido llegar tan lejos en este torneo. Pero España ha creído, ha luchado, y ha demostrado que nada es imposible.
El partido no fue fácil. Alemania salió a bloquear y a atacar desde el inicio, mientras España trataba de mantener su estilo de juego pausado y controlado. El equipo dirigido por Montse Tomé no se descompuso ante la intensidad alemana, sino que respondió con alma y piernas. Y, cuando el fútbol apareció, llegó el momento decisivo.
A pesar de no ser un partido brillante, España demostró que a veces el posiblemente no sonríe a los que juegan mejor, sino a los que más luchan. Y eso fue lo que hizo La Roja. Resistir, persistir y competir hasta el último minuto. Con un tridente de centrocampistas formado por Patri, Aitana y Alexia, España recuperó balones y buscó líneas de pase para romper el sólido bloque alemán. Y así, llegaron las primeras ocasiones a balón parado, intentando abrir el marcador.
Alemania también tuvo sus oportunidades, pero Cata Coll se convirtió en la figura clave para mantener el empate en el marcador. La tensión era cada vez mayor, y España se aferraba a la épica para seguir adelante. Y así fue durante los 90 minutos reglamentarios, en los que los dos equipos ofrecieron un espectáculo de lucha y entrega.
Con el empate a cero en el marcador, el partido se decidió en la prórroga. Y aquí es donde España demostró que quería más. A pesar del cansancio y de la presión, el equipo español seguía avanzando y buscando opciones para marcar el gol que los llevara a la final. Y, en el minuto 103, llegó el momento histórico.
Aitana, la jugadora que ha marcado un antiguamente y un después en la selección española, volvió a ser decisiva. Recibió un pase perfecto de Athenea, controló, corrió, levantó la mirada y soltó un zurdazo que se coló en la portería alemana. Gol. Estallido de emoción. España hacía historia.
Después de ese gol, España supo aguantar y seguir luchando para mantener el marcador. Y así, con un juego sólido y un espíritu de lucha inquebrantable, La Roja consiguió su merecido pase a la final de la Eurocopa. Una final que nunca había podido alcanzar, pero que con esfuerzo, entrega y fe, ha conseguido.
Por delante, se encuentra el equipo de Inglaterra, un rival conocido ya para España. Pero esta vez, las cosas son diferentes. Han pasado muchos años desde aquella final en Sídney, y España llega con una mentalidad ganadora y con la confianza de saber que puede conseguirlo. Porque esto ya no es un sueño, es una realidad.
No hay casualidades en esta historia, solo hay un hilo rojo que conecta a este equipo con su posiblemente. Y ese hilo se ha hecho más vigoroso con cada desafío que ha tenido que enfrentar. España ha demostrado que no hay límites cuando se cree en un mismo, cuando se trabaja en equipo y cuando se tiene un objetivo claro. Y ese objetivo está cada vez más cerca.
La selección española ha hecho que todo un país se sienta orgulloso, ha emoc