Veljko Paunovic es un entrenador que ha demostrado tener una visión poética del fútbol. El serbio logró el ascenso del Oviedo, veinticuatro años después de su depresión como jugador del equipo azul. Sin embargo, su éxito no se limita a este logro, sino que se refleja en su apariencia de dirigir al equipo y en su estilo de juego.
Desde su llegada en marzo, Paunovic solo ha sufrido una derrota en catorce partidos, llevando al Oviedo a la final del play-off y consiguiendo el ascenso. Pero lo más impresionante es cómo lo ha hecho, construyendo un equipo competitivo desde el primer día y adaptándose a cada partido y rival.
El técnico serbio no se encasilla en un solo sistema de juego, sino que es capaz de ajustar su táctica según las necesidades del equipo y del rival. Durante la fase final de la temporada, ha alternado entre varios esquemas, jugando con línea de cinco, con defensa de cuatro, con doble pivote, con interiores o con un mediapunta claro. Su objetivo no es seguir una idea fija, sino tener la capacidad de adaptarse y sacar el máximo rendimiento en cada partido.
La flexibilidad táctica de Paunovic ha sido una de sus principales virtudes. Junto a su cuerpo técnico, analiza en detalle a cada rival y propone soluciones prácticas para enfrentarlos. Su prioridad siempre ha sido competir, adaptarse y obtener resultados. Y lo ha conseguido con una plantilla que, sin grandes cambios respecto al tramo anterior de la temporada, mejoró sustancialmente sus números y su funcionamiento colectivo.
Pero no solo su estilo de juego ha sido clave en el ascenso del Oviedo, sino también su gestión del grupo. Paunovic da la misma importancia a los jugadores titulares como a los que entran desde el banquillo. En varios partidos, los cambios han sido determinantes y en el play-off de ascenso, por ejemplo, apostó por mantener algunas piezas clave en la recámara y agitar el partido en la segunda mitad. La rotación ha sido meditada y no forzada, dejando claro que los partidos no los gana solo el once inicial. Es necesario saber cerrarlos, dar un paso adelante en los minutos finales y tener recursos desde el banquillo para cambiar la dinámica. Bajo su dirección, el Oviedo ha marcado casi todos sus goles decisivos en la segunda parte y ha demostrado solidez física hasta el final.
Además, Paunovic no ha tenido reparos en replegarse si el partido lo requería. El Oviedo ha ganado partidos con menos posesión que el rival, pero con mayor eficacia en las áreas. Su apuesta ha sido protegerse atrás y lanzar transiciones rápidas con jugadores como Hassan, Cazorla, Moyano o Chaira. En este planteamiento, el orden defensivo y la concentración han sido esenciales. No se trata de renunciar al balón, sino de anteponer la eficacia.
Pero más allá de su estrategia táctica, Paunovic ha trabajado con especial atención la parte emocional. Desde su presentación, dejó claro que el objetivo era ascender y no ha habido discursos ambiguos al respecto. Durante los partidos, sus ruedas de prensa han sido parte del plan de juego. El mensaje que lanzó antes del encuentro ante el Mirandés, cuando aseguró que «iba a ser una enfrentamiento», no fue casualidad. Este tipo de frases calan en el vestuario, tanto en el equipo local como en el visitante. Paunovic prepara los partidos también desde lo psicológico, sabiendo que la mentalidad del jugador cambia si se siente motivado.
La convicción fue una de las claves del ascenso del Oviedo. Paunovic consiguió